Tuesday, September 19, 2006

¿Quién te dio corpiño en esta vidriera?


La gente que mira con asco, y uno va a meterse en la boca del lobo pidiéndoles disculpas por hacerlos trabajar.
Y necesito un videt de inodoro urgente, prefiero vivir desnuda.
Parece que los negocios de ropa más fashion demandan la simpatía del vendedor. Así es que quienes llevan las prendas supuestamente mejor confeccionadas, que salen en las fotos con modelos caraculientos, transmiten esa misma onda que intimida. Se me ocurre pensar que esa ropa con los vendedores con la misma onda que lo que venden, componen un juego patético de lo que significa estar on top in, de la ideología que implica ir vestido de tal o cual manera ( me parece una incoherencia decir que algo no la tiene, a la ideología, no a la manera) , de usar los ganchitos y los botones de la temporada, los colores o acaso ese tímido rasgado producido lookeado descuidado.
La onda palermitana no se queda atrás, símil talón rajado de algunas estrellitas de Mtv, es increíble ver cómo todavía subsiste la onda Ruth, aquella relajada bonita de pelo rosa.
En fin, comprar ropa en estos días se me torna una odisea, uno explica que están haciendo pantalones para chicas con colas aplanadas y ningún vendedor parece comprender. Me gustaría saber de dónde sale el prototipo en el que se basan. Sospecho que de cuerpos teens, que todavía no comenzaron la irreversible carrera de la buena vida, el alcohol y otros desórdenes, que hacen crecer los depósitos de grasas en todos los seres humanos que no gustan de hacer la actividad física necesaria, así es como se agrandan los culos, los flotadores y a las muchachitas bien dotadas, las tetas.
La gente debe andar incómoda por la vida pensando que es un derecho de piso. Sino habría alguna revelación masiva e irían todos con joggins o pantalones ecuatorianos que siempre son lo más cómodo y lo que mejor queda. A mi improvisado parecer. La incomodidad se percibe como el olor del pelo sucio.

Por qué en los lugares más caros te tratan peor, más frívolamente? te tienen que tratar porque no les queda otra, porque a veces ni eso, cómo es que la gente sigue yendo a donde Nadie necesita comprador ? Será que están acostumbrados a ser maltratados en otros ámbitos de su vida, e intentan transformarse comprando para ponerse y resulta que van a los lugares más caros donde peor los tratan, y buscan a los amantes mas bellos pero con mala saña, y tienen jefes con látigos y padres con púas en las manos? quién sabe.
Por otra parte estos vendedores son nazis de lo que no son, como Hitler que era judío. Quiero decir que no es gente súper cool la que despóticamente te pone el cartel con luces y cuando entrás te cobra una animalada y te echa del negocio.
Tal vez deba ser uno el que tenga que dejar el pantalón colgado y poner cara de orto, salir del probador sin dar explicaciones y mandarse a mudar ante el menor trato anti cliente. Sólo que a veces son tan caretas que te tiran la patada cuando te vas sin comprar, lo cual es aún más gratificante, porque de comprar tampoco ponen cara de emoción, revolean la virome y te hacen firmar (en caso de comprar con tarjeta) como si fueras un exiliado de Cuba que llega a Miami, soretes on board.
Tal vez pueda llegar al mostrador y de ver al vendedor detrás de la caja con esa cara que denota asco y repulsión hacia el cliente ( porque está comprando y no trabajando, o sea envidia de retardado, como si uno comprara ropa por mero gusto), decía, en una de esas pueda dejarle la prenda que tenía en la mano para comprar, dejarla como a un muerto N/N y cagarme en todo con mi mejor cara de superioridad.
La moda masoquista existe, para verla no hay más que entrar en cualquier negocio top para sentir cómo te meten el puño en el ojete sin forro ni plasticola ni vaselina. - pasa en todos lados, ya sé, ya sé.
Pero particularmente un negocio de ropa no representa artículos de primera necesidad, como ser un supermercado donde uno dejaría pasar malos tratos, o un colectivo, porque hay cierta urgencia. Cuando uno va comprar algo que sabe que no necesita desesperadamente, si bien es un trámite necesario, y simulan que uno está molestando, pregunta pero niegan, y después te lo dicen en la cara... cuánta molestia resentida, es como un robo a un mínimo depósito de confianza que es soplado al viento como si nada. A esos negocios les prendería fuego con todos los vendedores y los clientes que se sienten satisfechos, bajo un régimen que no votaron, que no pretenden votar, sin sospechar que toda esa parafernalia existe porque ellos siguen usando sus disfraces.
O sí lo piensan, después de todo las hamburguesas de Mc donalds se siguen vendiendo, y siguen votando como si fuese una tradición. Votan, eligen sin hacerlo, en piloto automático, una cosa menos de qué preocuparse, masticar pasto tragarlo y volverlo a masticar. Será que asimilaron al capitalismo como si fuera una suerte de comunismo en donde son esclavos? O sea compran lo que les parece que hay que comprar y comen y visten y hacen la mayoría de las cosas de la misma forma. Digo esclavo porque el precio que pagan por tener lo mismo que todos es un tanto salvaje, porque es capitalismo modernoso desbandado de tercer mundo. No sé si es que les falta imaginación o es que dan todo por supuesto, tomando cierta distancia, de paso, y viven en algún lugar paralelo, porque no tienen conexión intensa con nada en particular. Cuáles son las pasiones?. Creo que si sigo con este hilvaneo de incertidumbres concluiría que sí se puede saber algo más que superficialidades mediante los aspectos y comportamientos grales, por los hábitos de consumo. Y no digo nada nuevo, el consumo nos define, nuestra basura también, porque cada cosa que uno consume tiene implícitas algunas definiciones y otros conceptos, ninguno profundo ni complejo, básicamente debe ser cuestión de dividir y etiquetar por colores. Y es coherente que esta idea sea igual de salvaje que el método que la contiene.
Y no hay abolición de la moda, no hay algo de lo que uno pueda rehuir, si bien hay ciertas estéticas que todavía no fueron encasilladas del todo, pero es que todo podría ser sólo estético, lo que tomás, lo que comés lo que te ponés a dónde vas, lo que leés o estudiás. Prototipos hasta para el bicho más raro, y con la etiqueta te perdés lo único que importa, que es la diferencia. El rincón de autenticidad que te guardás en la axila más transpirada para no asustar. No asustarte tampoco, porque en ese lugar que escondés no sos de ningún lugar. Lo mismo de siempre finalmente, miedo a ser. Miedo a la libertad. Viva Fromm.

Friday, September 15, 2006

All you need is rice
Y curiosamente no resulta angustiante, porque al menos los hechos y sus mecanismos guardan un lugar rincón para pensar que hay links porque existe un sistema, una posible filosofía detrás y piolines con muñecos.
Tal vez puedo comprender esta pequeña porción de ejemplo de correlatividades que se devela en lo sustancioso de los pequeños trayectos. Si uno está atento, escucha las chispas, mira las espuelas y huele la pólvora. Susurra los murmullos, se despliegan los secretos. Resistir sacando pechos, o poniendo-se. Baños al sol.
Paradójicamente la realidad me permite hacer una analogía con mis mundos pasados que resulta coherente con ideas viejas; terminar es solamente otro comienzo. Es levantarse y que sea una vez más todo desconocido, como pasar de niveles en un jueguito, los comandos son los mismos pero los trucos son invisibles otra vez, y comienza la tarea de descubrir y equivocarse hasta ponerse canchero. Para no saber nada de nuevo.
Es vertiginoso pero nunca se termina, así es que resulta como caminar sobre una cuerda y saber que caerse no es particularmente nada finito, porque todo el resto sigue, y uno sigue en otro lado, adentro o fuera de la vida.
Así es que deja de importar, desaparece la ansiedad porque deja de existir una cinta de llegada a algún lugar. Desaparece el trayecto lineal para convertirse en una especie de red, circuito. Pin-ball. Ding dong ping chung, - a dónde llegué? Qué importa, trabajo trabajo, keep going. No hay premio. En vez de fin final terminar o acabar, simplemente existe un cierto placer en hacer, cumplir cualquier tipo de tarea. Se repite esto en la universidad, en cada bendito día que uno se levanta, no hay un para qué preciso, muchas veces, mayoritariamente, pero es como pegar derecha la etiqueta con tu nombre en el cuaderno, subrayar los títulos con colores, tomar apuntes o cruzar la calle de determinada forma dedicada. Prestar atención, o simplemente estar en este momento, que las lombrices voladoras no te hagan girar la nariz, comer arroz con palitos también es una terapia.