Tuesday, December 23, 2008






Juana.

Tal vez la veas desesperada por la vida, hipnotizada por la histeria de la miseria, atomizada en un embudo de maleza. Qué me importan las zetas.
Lo cierto es que la secuela de la vida la lleva entre sus propios deseos de impaciencia, ya no mira tanto como antes a los costados, ni sus costados ni sus piernas de resorte, ya no mira pero ve que quiere seguir estando en un cómplice y no perpetuo estancamiento de suerte.
¿A dónde la lleva la suerte esta vez? Poner sus pies juntos para saltar en vez de arrastrar sería correcto.
Incierto pero adorablemente concreto.
Y una soga enredaría su cuello, ya no podría pensar que está equivocada.
La vida la vive, sus planes la alcanzan, y sólo ella aún se nombra.
Morada en el rincón, y toda su voluntad ya no espera.
Sentada en el centro quiere nada más que la corteza de la acción.
Si no esperara ya nada de nadie, entonces se sentiría más sola todavía, pero sabe que puede, igualmente, salir y entrar, sin ningún percance.
Ella es sin dudas, una amonestación de su paciencia.
Son las botas, las que onomatopeyan sus pies, pero la suela no se rompe.
Es muy pronto para la desesperanza, sin embargo ella sólo se muestra de ese modo, buscando con unas manos tan ávidas que es difícil no encontrarlas agrietadas de heridas abiertas, de cicatrices nuevas, de cayos añejos.
Juana, ya no busques más, ya no pienses en la risa, en las mañanas sin sol, ni en las noches con lluvia, ya no pienses Juana, lo tuyo es la diversión. Andá y gastate el sueldo, revolcate en la ilusión de la alegría y por favor, no me cambies el discurso, dejame terminar.
Acá lo que importa es que no te borres lo que pensabas cuando jugabas a ser astronauta, y que en otro plano, en otra dimensión, inventes reglas nuevas, llenas de permisos.
Nadie te espera, podés aparecer y siempre serás una sorpresa.
Apesta y huele previsiblemente rico, ¿y qué te importa que mañana sea un día de nadie?
Huidas de cobayo a media noche, hablás de problemas de misericordia industrial y realmente hay un azulejo partido que falta en el zócalo.
Juanita camina una hora diaria, se le da por pensar en las cosas que aún no hizo, y por sobre aventurar las pistas que le va dando la vida de que las cosas van a estar todas, en general mejor, si nadie atropella el presente.
Algunas alegrías le parecen difíciles de ocultar, por eso mejor renacer en ese pedo atómico que es la realidad, mejor quedar inconciente el primero de enero, y cantar la marcha de la victoria infame.
Juana teme que sea todo mentira, teme ser, y no ser, y teme de pura ignorancia, teme por anticipado, por si acaso.
Que la vida no tiene un plan de créditos y que una segunda vez no habrá ahora sino en la próxima en donde será necesario recomenzarlo todo.
Así y todo tiene sus días, en los que le importa muy poco cómo se presenten los resultados.
Casi siempre es más rico lo del medio.
Eso y caerse a la mierda, siempre es más rico que quedarse quieto, que quedarse en “quiero”.

Tuesday, December 16, 2008

Friday, December 12, 2008

Thursday, December 11, 2008



La misma melodía, en una voz que se desliza naturalmente, y alcanza la paz del desconcierto, ambigua pregunta por la esperanza de algo mejor, diferente. Drink a Drake, espera un guiño, y palpar la cercanía de otro, que está siempre a su lado.
En esta esperanza flotante de primavera no hay rasgos de ineptitud, no hay veranos hostigados por el calor infernal. Hay sólo amor, y compasión, y más esperanza.
Continua inspiración, el respaldo es cómodo, y la rodilla aún no adormece el muslo.
El tiempo.
Se pierde, ya mismo, en la velocidad de los acontecimientos sin importancia, seguidos de otros, poéticos sin nada nuevo que agregar, sin embargo ateridos. Cada canción, amanecer, otra melodía.
Es el ritmo subyacente lo que hipnotiza, y no deja de vibrar en sincronía absoluta con las curvas del túnel subterráneo, los movimientos imperceptibles del sol entre las nubes.
Edificios, hay que dejarlos crecer. Domingo, desaparecen las sombras.
Drake, es el ejemplo lagrimeante de quien no cree en sí mismo, pero cree en todos los demás. No espera para comprobar lo que cree, se trata de elevarlos, de sonreír en el canto, de creer en lo posible, fuera de uno, esperar la envoltura exterior.
Esperar.
Esperar siempre afuera, adolescentemente, vaciado de uno. Y sinembargo, siempre en uno, sincrónico
Tal vez, tal vez… crece la posibilidad, crece el deseo, pero nada pasa realmente.
Drake no se volvió lo suficientemente loco como para creerse su sueño romántico, así es que permaneció realista, a la sombra del fruit tree.
El deseo de tomar las riendas, el hecho de ser conciente del poder de la voluntad, de ser, o no ser, lo que se quiera, está extrañamente acompasado de las voces humanas, de las consecuencias, de la perseverancia, del agotamiento, de la continua y necesaria esperanza utópica de ser.
El asunto; básicamente, ¿es que existe en quienes tenemos este impulso a abismarnos, el abismo realmente?
¿Existe la tendencia, a ser feliz, infeliz, homosexual o cantante?
¿O es que uno mismo las ejercita, como meros hábitos, hasta que un buen día florecen?
Melancolía, algo muerto, algo perdido, siempre imperceptible.
¿Qué es entonces? ¿Qué es? ¿Un poco “Y” un poco?

Uno mismo, la nostalgia es por uno mismo, perdido, siempre dentro de un mecanismo imbatible.
No hay forma de escapar de uno mismo.
Así es que, si un tema de Drake te pone triste, lindo lector, es porque te está hablando.
De lo contrario te chuparía una reverenda goma lo que tuviera para decirte.
Drake CAVA inmediatamente un hoyo, te rasca en donde te pica, y luego resulta adictivo.
Drake posee la tentación de cambiar de planes, la libertad de la renuncia, el salto hacia lo desconocido, el volantazo latente en los pulgares, cual Fangio de la vida.
Y te posee, vitalmente, lejos.
Todo es posible, todo es merecible, todo resulta con él, final y navideño, entona las melodías perfectas de una muerte para una vida llena de dones y luces.
La música de Drake es para su propio funeral, y es que nada espera más que la victoria vocacional.
La radicalización de la experiencia logra los mejores resultados.
Drake parece ser un embudo que tiene el poder imperceptible de arrastrar a la miseria existencial a cualquiera que se le acerque y logre empatizar con su desgraciado anhelo perpetuado.
Tengo la sensación de que su imán no está maldito, sino que es una cuestión legítima, mediante la cual resulta aterradora la posibilidad del freno, la nulidad de la vitalidad.
Precisamente porque Drake estalla en su deseo de vivir, el pavor y el espanto que subyace a la nada.

Wednesday, October 08, 2008





E n medio de toda esa ruidosa epopeya imperial se

ve flamear esa cabeza aterradora, ese enorme pecho

surcado de ralámpagos, el hombre-falo, perfil augusto y

cínico, mueca de titán espantoso y sublime; en esas páginas

malditas se siente circular como un escalofrío de infinito,

se siente vibrar sobre esos labios quemados como un soplo

de ideal tormentoso. Aproximaos y oiréis palpitar en esa

carroña cenagosa y sangrante arterias del alma universal,

venas hinchadas de sangre divina. Esta cloaca está amasada

con azul de cielo; hay en esas letrinas algo de Dios. Cerrad

los oídos al choque de las bayonetas, al gañido de los cañones:

apartad la vista de esa marea oscinalente de las batallas

perdidas o ganadas; entonces veréis destacarse de esa sombra

un fantasma inmenso, deslumbrante, inexpresable; veréis

asomar por encima de toda una época sembrada de astros

el rostro enorme y siniestro del marqués de

Sade.







Swinburne.










Friday, October 03, 2008







Crippled emotions. Cada vez que menciono ( explico!) una emoción, coartada en el intento de decir lo indecible, se atora todo el proceso que la conducía. La emoción, el sentimiento amoroso, queda completamente invalidado, como una broma ridícula, una abstracción que sale de mi boca en forma-obturación.
Es cierto e irreversible, pero no mágico. Las emociones débiles deben ser cuidadas, deben ser preservadas, hasta entonces. Hasta tanto.
Con silencio, con ausencia de juicio, con tiempo.
Y en algunos casos, con olvido.

Tuesday, September 30, 2008

Restart generation.







Sueño:


Alguien me agarraba de la cabeza y mientras insistía pateando al suelo saltaban las baldosas del costado de la plaza. Había un murito que contenía la tierra con pasto. Caían como pistones uno más cerca del otro y desconocidos cercanos estallaban en dolor. Pronto la vereda rompecabezas se volvió uniforme y roja.

Enfrente había casas, una de esas tenía un pasadizo hacia un sótano que comunicaba con túneles, para informar acerca de la sorpresiva invasión. Uno de los presentes tenía el dato firme, nos vigilaban desde arriba así es que ingresar sin ser vistos era problemático, considerando que mientras cruzáramos podríamos asesinarlo.

El plan parecía sencillo, él sería visto y ordenarían de inmediato allanar la propiedad, para entonces todos deberíamos estar en el sótano.







Es el interior de la casa, las imágenes están movidas, hay muy poca luz, intentamos llegar al fondo donde está la escalera. Allí un joven con síndrome de Down nos explica que no hagamos ruido porque los invasores ya están en la casa. Así es que bajamos sin decir nada más, hasta que salimos a otra propiedad. Es de noche, la casa parece deshabitada, vamos a la planta superior desde donde se ve la ciudad destruida, callada, está prohibido cualquier sonido. En otra habitación sin ventanas nos manejamos con linternas, parece el cuarto de una niña, ahí encuentro cosas mías. La cajita de colores donde guardaba pulseras, pinceles, y otras cosas que no son mías; zapatillas de baile, peines…

En la habitación principal hay un tendedero de cables y herramientas; algunos intentan preparar un plan de escape; converso con unas chicas que me resultan familiares, estamos esperando…

Ocurren en este intervalo una serie de diálogos en donde reconozco partes de mi vida anterior, antes de la invasión que nos tiene sometidos a todos por igual, y es entonces cuando me entero de que Verónica se suicidó, ahorcando también a su hermanito, yo cuidaba a su hermanito, y recuerdo otro sueño que tuve previamente, en donde charlábamos con el niño acerca de las venecitas de colores de una mesada. La han encontrado ayer, las cabezas fláccidas envueltas en nylon. Todo lo familiar proviene del vago recuerdo que guardaba de su casa, que es en la que estamos, y que no es la real. Estoy recordando a la Verónica amiga mía del jardín, su hermanito es ese.

Hay varios compañeros de mi escuela primaria y secundaria, esparcidos como extras.

Repentinamente la casa está llena de gente como un galpón de refugiados.

Y el consenso general indica que debemos salir ahora mismo, irnos a otro lugar, irnos rápido porque vienen por nosotros otra vez. Salimos, con todos nuestros súbitos equipajes, juguetes, recuerdos, hacia el exilio, y de una persiana de comercio aparentemente cerrado salen los uniformados y nos arrastran de los pelos, nos despojan de nuestras cosas. Luego toda nuestra ropa está prolijamente colgada y el interior del local luce como un comercio de vestimenta.

Algunos se quejan y aseguran que están intentando arrancar nuestra identidad.

Y al final todos los secuestradores, todos los malditos, son los que coordinan algún tipo de movimiento de liberación generacional, por lo tanto ahora para los dueños de la metralleta estamos eliminados…anónimos y soltados al submundo del escapismo. Hay algo lindo en ese final, el espíritu comunitario de una lucha incierta, de un destino raso, la doble vida de recomenzar, de haber engañado a la mayoría.




Tuesday, September 09, 2008






keep walking... todavía en proceso.

Monday, September 08, 2008



Un viaje, primera experiencia de pintura en vivo, 6-8-2008. Pecados capitales.
http://grupocruce.blogspot.com/

la próxima salen los aerosoles con máscara de oxígeno, sólo para mí.

Wednesday, August 06, 2008

Friday, June 20, 2008

El romanticismo al poder

Uno de esos zappings, cualquier tarde de escuela, y aparece esta extraña combinación de personajes. Me quedé mirando, entumecida. Hasta el final, en pausa el resto de mi mundo, y sobre todo deseando que nunca terminara, la dichosa película.

Así es que cuando sí terminó la volví a ver cuantas veces pude, alquilada rebobinada, 1997, por ahí andaba, o la veía en cable desde cualquier parte que la pescara. Comenzó la obsesión, porque, realmente, si pasa en las películas…

¿Existía el amor entonces?

Se me ocurría que viendo y viendo podría desentrañarle algo súper encorazado, la gema brillante como piedra filosofal.

Porque la maldita película, y estoy hablando de Before Sunrise, parecía tirarme ganchos por todas partes, y no podía parar de pensar en cuánto había en mí de estos dos personajes, y cuánto quería crecer para ser Céline, yo tendría unos trece o catorce años, quería vivir en esa película, el príncipe azul, ¿en dónde un Jesse para mí? tal vez mirando hasta recalentarme los ojos quedaría atrapada ahí adentro.

Y creo que hice tanto esfuerzo que ahí quedé, en el sueño romántico, en el amor ideal, algo que probablemente podría haber obtenido como marca indeleble leyendo cualquier novela de célebre autor. Creo que es algo previo que uno trae, y cosas como esta, la historia que estaba pensando, plasmada en una película telépata, despiertan a ese iner self, lo vuelven holográfico, casi casi real, y está tan claro que sólo se trata de animarse a animarlo.

Y juro que sucede, comencé a enamorarme de los personajes, como si fueran personas, realmente, como los de un libro que se lee muchas veces, se tornan más reales que las personas reales, y uno quisiera que pudieran ser más que esa historia, que su aparición en esa historia fuera en 3 dimensiones, que tuvieran una vida visible y legible las 24 horas. Y ya no sería necesario ocuparse de la propia.

Pasaron los años, seguí rememorando las escenas, los preciosos diálogos, tan viables, tan probables en la vida real, y sin embargo cuasi ausentes, jamás tan potentes, ni tan interesantes de continuar para las dos partes.

A menudo las ideas se transforman en monólogos, como este, si no hay un interlocutor inmediato, de lo contrario le estaría reventando la cabeza a alguien en este momento, como a ud ahora, lectora lector.

Le platico entonces, admiro la naturalidad de cada momento de la película, cómo dudan, cómo temen que sea una ilusión, cómo son reales, en el borde del despertar, cómo se encargan de probarse el uno al otro continuamente, que el sentimiento es mutuo.

Humanos en el camino, sí señor, esos son dos buenos ejemplares de humanos, los mandaría a girar por el universo, la humanidad tendría sentido si existieran en las calles.

Si existieran fuera de esa película, suficiente.

Pero bueno, como todo, finalmente uno piensa que es pura dramaturgia que a nadie le interesa y se olvidan esas cosas, como los buenos juegos de la infancia, esas pequeñas buenas cosas que sería lindo conservar para siempre y no meter al baúl por haberlas usado tal vez demasiado a menudo.

Así un día cualquiera leyendo el diario se me doblaron las rodillas; había una segunda parte de la inolvidable, Before Sunset, nueve años más tarde, los actores nueve años más viejos. Y como si tal, volví sobre mis pasos.

Está esa pérdida de juventud tan marcada, y cómo van reviviéndose mutuamente mientras se pasean por ahí, cómo él intenta prolongar el rato, como quien apaga el reloj, cinco minutos más del mejor sueño. Y al final vuelve ese delicioso boomerang del no tiempo que acarrean las dos películas, que son sobre el tiempo y sin embargo se esfuma mientras conversan, mientras hilan sus negociaciones, sus temores, sus relajadas posiciones, donde la incertidumbre se evapora, y queda Nina Simone, just in time, queda algo más que hoy, queda un ratito más, que cuando termine será otro ratito. Así se construye la eternidad, el sueño del que no proyecta, del que vive el momento.

Lo fantástico de las dos películas es el repaso veloz sobre las cuestiones más prácticas y existenciales, universales que atraviesan la vida de cualquier humano, creo, cualquiera básicamente humano. Ese rejunte de la experiencia y las cosas que uno lee o ve, y son un puñado de anécdotas para retener al otro, para continuar la conversación, para dar la vuelta en esta esquina y entonces bajar el cordón.

Es fantástico cómo en la segunda parte siguen siendo los mismos, en un modo resucitado, que se acrecienta mientras las palabras corren imparables, son cada vez más los de antes, cada vez más los que no temían el ridículo.

Realmente poco importa si siguen o no siguen juntos, porque los personajes viven en esas circunstancias, en esos dos loops, que no se rayan, sino que flotan y se regeneran, como cualquier diálogo, como un ADN de ideas, mutable, combinable, pero simple, perfecto por lo finito, en algún momento, qué importa cuándo.

Y creo que lo que más me acerca de estos dos demonios de la felicidad es la empatía, recuerdo la primera vez que vi la segunda parte, cuando no me sabía los diálogos de memoria, y sollozaba de la emoción ante ciertos comentarios, o momentos que me habían parecido tontos hasta entonces, pero que había pensado varias veces.

Así es que luego de esa experiencia, ocurrió una pérdida de temores, si no importa el fin, siempre incierto, sino todo el medio, el proceso, si siempre quedan detalles de los amores del pasado, imborrables, y siempre otra pequeña marca, y recuperarse y poder creer otra vez, o no, y ser fatalistas o empecinados con el pasado. Detalles encimados de las vidas que se suman dentro de la misma, aunque uno lleve un cuerpo parecido durante todo el viaje.

En uno de esos zappings algo cambió para siempre, de un modo poco exclusivo, son dos películas ciertamente malditas, porque tal vez antes de verlas, uno no se hubiese imaginado que era posible la comunicación verdadera, el desnudo total del alma, la compañía. Y en fin, los encuentra el destino, cierto, pero también una compatibilidad previa, ser quienes son, la francesa relajada pero miedosa, el yanki show, ocurrente pero tímido e infantil.

Algo los pone cerca, pero luego son ellos los que hacen todo el resto, y esto se ve más claro en la segunda película, donde es él quien hace todo el esfuerzo por convencerla, para que se quede, para decir más. Siguen hablando indefinidamente en el placer inacabable de la coincidencia, en los silencios de la escalera o el carrito volador del primer beso, en una idea dicha, o en aquella opinión tan opuesta.

Siguen hablando.



Daydream delusion
Limousine Eyelash
Oh, baby with your pretty face
Drop a tear in my wineglass
Look at those big eyes
See what you mean to me
Sweet cakes and MILKSHAKES
I am a delusion angel
I am a fantasy parade
I want you to know what I think
Don't want you to guess anymore
You have no idea where I came from
We have no idea where we're going
Launched in life
Like branches in the river
Flowing downstream
Caught in the current
I'll carry you. You'll carry me
That's how it could be
Don't you know me
Don't you know me by now



Just a romantic dream.


Jesse:Do you believe in reincarnation?

Céline: Yeah, yeah, its interesting.

Jesse: Most people, you know, a lot of people talk about the past lives, and things like that, you know, and even if they don't believe in it in some specific way, you know, people have some kind of notion of an eternal soul, right?

Céline: Yeah.

Jesse: Okay. Well, this is my thought. 50,000 years ago, there are not even a million people on the planet. 10,000 years ago, there's like 2,000,000 people on the planet. Now, there's between 5 and 6 billion people on the planet, right? Now, if we all have our own, like, individual, unique soul, right, where do they all come from? Are modern souls only a fraction of the original souls? Because if they are, that represents a 5,000-to-1 split of each soul in just the last 50,000 years, which is like a blip in the earth's time. You know, so, at best, we're like these tiny fractions of people, you know, walking... I mean, is that why we're all so scattered? You know, Is that why we're all so specialized?


Click(4:00) Too bad they don't exist.






Tuesday, June 10, 2008




Y después de 8 años salieron estos fetos intergalácticos.
Que son el comienzo, infinitas combinaciones...



Monday, June 09, 2008
























Whisky corona, un látigo por varita mágica y a tachar palitos!

Tuesday, June 03, 2008


  • Ínfimos, mono logo. Lugar común.

Acostarme en un lago que me llegue a los tobillos, una noche de luna clara, y escuchar a los sapos, o mirar las estrellas, no extrañar, a ninguna de sus idealizaciones, a ninguna de mis alternativas para pensar en otra cosa. No desear nada. Como en los sueños, extender los brazos y darme cuenta de que ya estoy volando.

Los sueños agarrados unos con los otros, las personas linkeadas, unas con las otras.

Los cerebros van creciendo, nutrisse loreal los deja cada vez más fibrosos, y van viendo que hay más profundidad en lo que creían, tal vez, duro, o plano…

Ahora, me pregunto si es mejor levantarme sabiendo que corre por mi cuenta, todo el tiempo y cómo lo use, o si es mejor abrir los ojos de la conciencia y lo primero sea el frío del miedo, de tener que rendir cuentas a algo.

De la otra forma, es casi preferible seguir durmiendo y concatenando sueños, que son pequeñas pistas de algo más grande.

Entonces los días se me pasan como pétalos jugosos que se caen rápido, parecen eternos pero desaparecen, mariposas.

Y aunque me repita que esto se destraba con movimiento sigo con el falso arranque.

Cuando iba a jardín, cuando fui a la primaria y la secundaria, me guiaban las ganas de ir a clases, a algún lugar, mis amores platónicos, era casi una obligación que me enamorara platónicamente de algún compañero. Me pasaba en cada ámbito. Pero entonces no era un problema, o sí, era como una forma de auto-algo, yo me metía en esas situaciones sin esperar nada, me limitaba a observar.

En el secundario eran todos papanatas, igual encontraba atractivos en lo insospechado, y ya tenía para hacerme mala sangre si cualquiera de estos se ponía de novio.

Así es que me resulta innegable decir que siempre fui una persona rencorosa, envidiosa, soñadora y contenida, esperando para la venganza, como si alguien me hubiese discriminado. El problema es que siempre pude disimularlo, por cobardía. Lo cierto es que nunca me atrevería a ninguna venganza real, porque entiendo que no es nada provocado por los demás. Así toda la pose se reduce a una conducta patética, por lo abismal de la acción que rebota en el eco de las paredes del propio cráneo.

De repente tengo estas sensaciones en todos los aspectos negativas, de todos mis aspectos.

Sé que no es sólo así, que no hay absolutos, pero percibo que nunca queda pasado completamente cerrado, terminado, y no se puede seguir sin que cruzárselo por la calle cualquier día, recibir noticias, vuelva a traerlo, como si fuera un presente dilatado, un loop de pesadilla, donde todo es diferente para ambas partes que se reencuentran y sin embargo están tan lejos, en ese estante de la insuficiencia.

De repente se me ocurre que mi lugar cómodo en un sillón de bar está en repetirme que todo está bien así como se da porque yo debería estar libre ahora, que estoy confundida e insegura. Sostengo la sensación como un plomo de varios kilos, mis diferentes intentos fueron en realidad los mismos, el mismo intento con diferentes caras, el mismo lance al vacío, a supuestos, a idealizar la noche, a planear el día, la tarde de sol, llenarla con ideas, que crecen y llegan a un puerto en donde no hay nadie, entonces se vuelan, se evaporan hinchadas, hacia la espera, siguen dando vueltas, como un pene erecto en busca de un receptáculo depositario.

Pero es obvio que no funciona así. Quedan las formas del auto placer, de jugar en soledad, como hacía de chica, sin esperar a nadie. Con mis muñecos era suficiente.

Cada persona que encuentro, que tal vez no busque, no es casualidad. Es de alguna forma un referente de la anterior, y me gustaría saber en dónde está el error para que se termine de la misma forma, lavada, rápida y absurda. Las olas se llevan todas las miradas que tal vez prometieron alguna vez abolir soledades indeseadas.

Cada persona nueva trae un link de alguna anterior, como si intentara tal vez inconscientemente lograr que esta vez funcione, provocando alucinación. Se trata de cosas simples; tal vez cierta forma de caminar, de mover la cabeza cuando una carcajada va a estallar, de mirar hacia los costados, de consolar, de mover la muñeca para acomodar el reloj, maneras de dormir…. Incluso mecanismos para hablar de ciertos temas, facetas de la personalidad. Y entonces se produce el link, ese lazo invisible que me transporta un pedazo de holograma de alguien del pasado, alguien del futuro, y ya distingo, claro, pero hay una porción que se comparte, que se asocia, y también me predispone a temer, pasará lo mismo, pasará algo parecido.

Por eso cuando me miro desde la vereda de enfrente, la ñata sudada en la noche de invierno, desempaño el vidrio cada tanto para no nublar mi imagen, y percibo que estoy enferma, me siento una enfermita, y en algún momento de bajeza total como este, me doy cuenta de que son todos disfraces para agradar, porque sólo soy una persona ciclotímica que cuando está arriba quiere ir de fiesta y olvidarse del amor, porque hay fortaleza en la energía que mueve las acciones, que impulsa cada vez con más fuerza, hasta que algo cambia, algo vira. Y cuando hay que pegar volantazo y abraza la incertidumbre, aparece la otra, la que busca en las esquinas y en los zaguanes, cualquier alma con luz contenida a quien pueda ayudar a despegar. Me sale la teresa de Calcuta, pero no es por caridad, sino porque yo me siento como ellos, yo siento que soy una de ellos, en esos momentos bajos que esconden resentimiento, esconden esa idea de unirse a los semejantes para ganar fortaleza, y sentir en algún momento que puedo ser como los otros.

Todo esto, sólo me provoca cansancio, hartazgo, y sobre todas las cosas, ganas de irme, lejos, irme por las ramas irme por los sueños, al aeropuerto, al nosocomio, tejer otra realidad, acabar con la ansiedad del cambio permanente.

Dejar de repetir que nada cambia, que todo sigue blabla igual o torcido. Mis historias de antes se calman con otras que sin ser necesariamente las mismas se conducen por el temor a la repetición. Soy una persona conducida por el temor, por evitar ciertas cosas, evitar el error nuevamente, conducida por la duda, por el frenesí de llegar.

Nunca por el momento, por el placer, por el gusto de volar, o de caer.

Sin embargo, otros arrastran en sus motores ese ventarrón imparable de la seguridad, casi mezclado con la bronca o el deseo de justicia de la vida para con ellos mismos.

A esos los conozco de lejos, a esos como a tantos otros les tengo temor, pienso que van a darse cuenta de que yo soy de las que duda, y ante un gesto de aceptación tambaleo en mi empecinamiento, y entonces intento demostrar otra cosa que tal vez no soy. Claramente no soy, ni de aquí ni de allá, porque me transformo, me contagio del clima general, y me mimetizo rápido, y eso cambia todo, los que me rodean, quienes sean, cambian mi estado, y ahí adentro puedo convertirme en turbina, puedo convertirme en motor, en servicio, generadora.

Afuera, vuelvo a ser sólo yo, como una descastada, cast away.

Entiendo también que todo esto puede darse vuelta mañana, o esta noche, volverse palabras huecas, con certezas desflecadas de una frase, de un simple suceso, de una pequeña muestra de que todo es ilusión certificada o pasajera, de que nada es para siempre, ínfimos lugares comunes.

Después de los trenes, de las investigaciones a las que subí por miedo a la nada, de las estructuras comprobables, me queda investigar más, buscar otros temas, indagar realmente, si existe un método para investigar en pintura, para desarmar las escuelas prácticamente y mezclar sus elementos como moléculas de ADN para crear otro bicho.

Existe eso, ¿o es pura intuición? ¿Existe afuera otro lugar en donde hablar de todo esto?

O es un divague bien armado, o chamuyo organizado…

Friday, May 23, 2008



La casa laberinto, la casa ciudad. Paredes rosas, enredaderas, ladrillos, escaleras en todas direcciones.

La casa continuada después de bajar de un colectivo, la casa rulero, interminable.

Yo me escapaba en taxi de mi padre, que no era mi padre, sino algún tipo de secuestrador.

Se hacía de día, buscaba tomar el 15. El 15 que pasaba detrás de un alambrado pero no podía alcanzarlo. Entonces me metía en un edificio, otro, museo, y aparecía gente del pasado, compañeros de la primaria. Un edificio precioso, un barrio que no conocía, otra ciudad paralela.

Creo que después de toda esa peripecia era que llegaba a la casa infinita e invisible, indivisible.

Monumento Mercedes Sosa y elefante, y repetían que ahora todo era Celta, la moda venía en tonos celtas también.

La trompa de elefante de Mercedes era negra y lustrosa como una serpiente, pero yacía inerte, aunque el “animal” a veces se movía y había que acomodarlo. Un sujeto estaba por ahí, todo disfrazado, esperando que amaneciera, en esta parte estábamos en mi habitación, la conversación, y unos dibujos que hacíamos, rondaban el asunto testículos y cómo iba a ser su diseño en el monumento elefante de Mercedes, el sujeto aparecía como un Elton John enmudecido o una celebridad bohemia.

Como siempre, yo estaba esperando partir, a otra parte.

Había festejos en toda la casa imposible, celtas seguramente, aunque en apariencia también religiosos, de algún tipo no católico, con túnicas blancas y sandalias de monjes. Yo salía a pasear a las calles y cantaba una canción y no podía parar de bailar, lo que sentía en ese momento era una felicidad extrema, fuera de este mundo, y me encontraba una cervecería, un localito con luces amarillas, azulejos amarillos, bancos de madera oscura, y en la puerta había gente hablando, que recordé de otro sueño pero que no conozco, entonces después entraba al baño. Ahí sentada del otro lado había otra chica, veía asomar ropa mojada, ropa manchada, pero la chica que salía de ahí adentro no estaba mal, simplemente comentaba algunas cosas extrañas de un novio que en vez de pene tenía una prótesis con pinza, y yo imaginé algo como la cabecita que sale del bicho de alien. Decía jocosa y quejosamente que ese joven, jugando jugando, la había dejado para atrás.

Volvíamos a la parte delantera del bar, y ahí me pedía una cerveza, el tipo de la barra tenía un cuaderno bic en donde anotaba cosas y daba premios, y servía empanadas en platos del tamaño justo de cada una. Estábamos todos los clientes sentados en la zona de barra, y había otros parados, pero no había gente sentada en las dos o tres mesas que había en el local.

Al lado mío un pibe que se gana uno de los premios del cuaderno, que es un morral colorinche de TNT. Dice estudiar arte, o simplemente que pinta, entonces yo lo invito a una muestra del taller, o algo en el taller, pero cuando voy hablando me doy cuenta de que no puedo modular bien por la cerveza que tomé, aunque sólo fuese un vaso, luego él me lo hace notar, entonces me doy cuenta de que estamos en un colectivo, por una avenida, también me doy cuenta de que en ese bar son todos estudiantes, como esos bares de facultad, pero que además se conocen entre ellos, yo no conozco a nadie, porque soy nueva en el barrio de la casa infinita.

El pibe revisa dibujos que le trae otra chica, que son bastante infantiles, pero él se limita a aprobarlos. El chico este tiene novia o mujer casada, de repente me dice: “ahora viene la calle 'dejá' o 'bajá', deberíamos bajar todos”, pero yo miro por la ventanilla y me doy cuenta de que no tengo idea de dónde estoy, pero que sé que me tengo que bajar mucho más adelante. Creo que sólo estaba esperando que amaneciera para ver las calles.

Entonces ellos bajan y yo sigo de largo.

Thursday, May 22, 2008






LA ORGIA DEL HIERRO

Descartando dilemas morales, la creación más despreciada está al servicio de su extinción. Y durante breves momentos sin testigos, sus leyes rumian nobles propósitos.

El mal - demonio - fuerza del thánatos, habita en su armonía natural y no necesita pelear para ganar la oscuridad que ya posee. Como bandera implacable la ventaja y el misterio de lo prohibido, dañino, temido, agazapado.

* * *

Máquina para las máquinas. No hay humanos víctimas o hacedores batallando.

Reinas madres asesinas avanzan enceguecidas, justifican la hora final.

Personajes centrales y absolutos pueblan la dictatorial fuerza que arrasa con todas las entidades previas, inundadas por la belleza del metal derretido, lacerante lluvia de disparos, velocidad inyectada de explosiones nocturnas.

El poder, un gran botón rojo que puede alcanzar la insuperable belleza de la catástrofe apocalíptica, majestuosa como el comienzo de la existencia.

Jungla montada para la batalla. Avispas, plaga de acero que cubre el atardecer coagulado de humo negro. La ejecución del asesinato masivo es terminante y desenmascarada. Cae el telón, pueden ver.

Aplanadora de las fundiciones, calientes e imbatibles se abren las panzas y posicionan los explosivos, arriba y adelante. Paloma embajadora del crepúsculo, radiante invento, fusiona mecánico y exacto el traqueteo de la combustión con el silbido agudo. Parten al blanco.

Florecen todas en tierra, hongos de lava. Sincronizadas las agujas, las distancias, las miras infrarrojas, brotan del cielo.

La efervescencia administra el vértigo, juguetes fecundadores del pánico.

Saliva incandescente en la maniobra del último conteo.

Somos el escuadrón que todo lo gana, la mirada afilada de la conquista, las manos de Houdini, el estrépito coqueteo con el abismo picado fino, el pelotón sin descanso, la polea para la victoria, el equipo de los ases, de la cacería, de la minoría.

Dueños del aire, sol, tormenta, último latido.

Antes de la batalla arrebatamos también los trofeos.

Exterminio alado de gloria, orgía conducida por humanos aun, con vehemencia de muerte, amnésicos de su propio devenir. No son autómatas, sino locos conscientes en un perpetuo rapto de furia. Su odio es el fruto de un entrenamiento más, en donde no importa la patria. El nazismo no existe.

Atacados de rabia, accionan masivamente los disparadores, las metrallas, sueltan las bombas, alzan en el cielo esperanzados misiles de calculada ruta.

Histéricos, plácidos, dementes, fóbicos. Ríen. Tienen los comandos.

Apuntan organizados dando irremediablemente en el objetivo, en la oscuridad impenetrable de la noche cerrada, en el rojo, entre el verde de radares fosforescentes, súbita calcinante luz de mediodía.

Asomados desde las puertas abiertas de las naves, surten regaderas de granadas y armas automáticas. Avasallan los huracanes diseñados.

Comunicados de radio portátil anuncian mutuamente la victoria.

Cinco millones de lavanderas, cincuenta mil maridos, cuatrocientos mil excusados, siete billones de flores, cien mil ladrones, todos los vicios, trescientos millones de tomates, cuarenta mil setecientos locos, tres cuartas partes de los peces y el noventa y tres por ciento, incendio.

Seguridad y poder, morbo mortal. Eliminado el enemigo, imparten para sí equivalente tratamiento, completando plenamente su mandato. La función de la aspiradora, la conquista de la totalidad, concluye con el bocado más narcisista.

Nada saben los dispositivos; misiles, bombas, aviones, helicópteros, palancas o fumigadores.

Horizonte torcido, inclinación inmediata

En picada, brazos extendidos

La cinta transporta, lenta directa

3 vueltas rápidas a las manivelas

Horizonte frontal, gigantes detalles de civilización

Horizonte invertido

Piernas extendidas

Aspas, látigos escapados

El viento abre los poros hasta volverlos cánulas transversales

Y la cabeza gira como envuelta por las olas

Redonda, observa, quema, come,

No hay horizonte

Oscuridad, plana, total, redentora.

El límite es catártico

Desintegración global

El magma humano acepta su ridículo

Frente a futuros desconocidos

Caen ojivas.

Abajo pasan los camiones embudos cargados de anónimos que son el final, envueltos en el polvo del camino, sentados en trastos recolectados. Para ellos rugidos y tararear de turbinas invisibles, destellos de patrulla, haces azules entre las nubes sucias de tormenta, alumbran proféticamente la ruta de viaje, ojo de cíclope faro.

Luces bamboleadas por el viento encienden en cada esquina la desolación del exilio. Los demás, en otro lugar, encontrarán el mismo destino, no existe rincón al que no llegue el aliento de azufre. Habrá que oler.

Para ellos el sudor constante, el destilado paladeo del bocado de alguna noche.

Ni resignación ni dolor ni lágrimas ni deseo ni libertad ni prisión ni preguntas o exclamaciones, ni denuncia ni traición. Los ven pasar, humanos sin entusiasmo ni pena. Ven llegar el mismo minuto, sin melancolía.

Escuchando vibrar la tierra, habituados, viven el remate, ya no es necesario continuar.

TNT, Nitrato de Amonio, Ácido pícrico, Pólvora negra, Nitrocelulosa, Fulminato de mercurio, Estifnato de plomo.

Respiran

Un estampido, chispazos fluorescentes, fulgor crepitante. Borbotea el hueco de la escalera. Al bajar no prevé nada, sin embargo cuando pisa el mármol negro de planta baja siente que le tiran del estómago. Hay un perro duro bajo sus pies, un bulto brillante sin detalles. -se dice. Inhala. Avanza unos pasos hacia la puerta de salida sin soltar la baranda, los clavos ajan sus dedos. No observa a la gente sacudida por la peste, sino arriba, más lejos que las nubes. Lo sobrevuelan casi invisibles en la noche artificial. Con estetoscopios de luz ardiente las ve pulir el vapor de humo, escarbando hasta la tierra para hurgar improbables restos.

Entre soles químicos, ráfagas de fuego, viento de hélices rapaces, la muerte jamás sería lamento o castigo. Buscar y abrazarla es todo un acierto.

Nadie corre a refugiarse, espera o ruega.

Con justicia aceptan que pronto sonará el espeso y mudo estertor para robar el aire. Muebles colchas autos edificios marcas civilización, despegarán con violencia, reventando sus ecos venas y vidrios.

Antes de ver el fuego los ojos se habrán quemado.

Sin dolor o compasión, eso será todo.

Sin herencia o proezas para el universo, explotará redonda la quimera de algunos pensamientos valientes, la lucha por el conocimiento o la espiritualidad, pesar o excelsa aventura de merecer el pulso.

El olvido cubrirá aquello común a todas las formas de vida posibles.

En un pelotero sin pelotas acabará definitivamente el juego de la guerra, la moral, el amor, la virtud o la cultura. ¡Al fin!


Ni sospechas de la insignificancia de los más grandes o pequeños logros que creyó dominar alguna vez la especie de la conquista, del ego ingobernable, el paraíso, el calefón, la vida eterna, Caín, Abel, el cohete, el pincel, la imprenta, el pebete, la anestesia, Monzón, la compraventa, la comedia, la música, la silicona, Lacan, la vacuna, la rueda, la coca, Platón, galaxia Andrómeda, Colón o Energía en reposo igual Masa por (velocidad de la luz) al cuadrado.











This is my rifle

There are many like it

But this one is mine

My rifle is my best friend

It is my life

I must master it

As I must master my life

Without me my rifle is useless

Without my rifle I am useless

I must fire my rifle true

I must shoot straight to my enemy

Who is trying to kill me

I must shoot him before he shoots me

I will

Before god I swear (¿?)

My rifle and my self are defenders of my country

We are the masters of our enemy

We are the savers of my life

So be it

Until there is no enemy

But peace

Amen


En fin, Kubrick tenía que ser...