Thursday, October 12, 2006

Antes de la siesta o
ignorando al lector espectador


Y desear en el desorden es tararear incoherencias en un impulso por dejarse llevar, para no premeditar nada. Si pudiera si pudiera, escupir el gargajo. Hay que darle cuerda a la manija, poner la mente en blanco respecto de todo lo demás, y hasta que deje de interesar, porque el que no quiere jugar suele tener las mejores manos. Supongo que no se da cuenta, porque no le interesa.
En qué voz voy a relatar? No sé si escribo para mí pero quisiera exprimir, no sé si hay frutas o verduras.
Silencio y los ruidos de la calle, olor a pancho, asado de albañiles. Verano aproach, qué solero te ve andar en chancletas por la vereda, con el perro de rulos, las aceitunas en la copa triangulito y las bikinis con tajos nuevos.
Qué corrector te corrige si mirás de costado si tenés el pelo ondulado, y hay pajitas en tu espejo, ojotas de carey. Miradas de ayer, ayer hacía más frío, viento detrás de la ventana sin cortina sin reja sin vidrio. Agua medusa del árbol que te protege entre caricias de cielo y amargo tiempo envuelto en canto de alondras repentinas enredadas en tu pelo. Yelmo de yema encuentra en su cuna un cardúmen de súmen para convertirse en ave. Pronto será tirano el tiempo de maniquerear para marear al ojo y enrular el sin sentido que se propaga como una colmena de maníes triolé con cerveza vaivén.
El cantante suicidado, la actriz prostituída, el pintor drogado y loco, los empleados bobos y cansados, las nubes flojas, los cantos lejos, los cantos fuertes, los cálidos y los fríos, tus ojos tus ojos, otros ojos. Qué es mejor. Si te escribo tengo que hacer un esfuerzo para no idealizarte. Podría hablar mientras me saco las pantuflas, de tu recoveco violeta en donde se juntan los párpados, del esmeralda hipnotizante, de cómo veo mejor los otros azules y verdes y marrones desde que miré mejor tus colores.
Hay demasiados colores, hay muchos que no percibo. Y no, uno no quiere hablar nunca de las partes buenas porque teme que se rompa el hechizo, así es que se guarda el entusiasmo y espera cultivarlo cuanto le sea posible para que crezca como un suflé, el entusiasmo mutuo. Que es como tener ganas de volar en los sueños, generalmente uno tiene tantas ganas que termina por comenzar a flotar. Como tener muchas ganas de cualquier cosa, por lo general uno lo consigue. El asunto es que no se tienen muy frecuentemente muchas ganas de algo, menos de alguien.
Momentos para dejarse llevar, tirarse al mar y patalear o hacer la planchita hasta que el mar tenga ganas, hasta que pase algo que interrumpa, no importa cuándo, ni importa. Los largos buenos momentos suelen sumirse en un instante para el recuerdo y los cortos buenos instantes no son por eso más cortos en el recuerdo, porque de alguna manera el cerebro sintetiza el sentimiento, que nada tiene que ver con el tiempo y las duraciones lineales. Somos cósmicos, tenemos poco que ver con las líneas y un poco más con los círculos...
Será que las palabras son demasiado exactas y uno creía que lo que tenía en la mente era mucho más poderoso, o será que esas palabras no existen?
Será que quiero enamorarme o es que no hago ningún esfuerzo para no forzar ninguna acción. Será no será, es ahogarse en wonderings, misteriosos inabarcables.
Por qué costará tanto saber lo que le está pasando a uno, en el momento que está pasando. Por qué será tan difícil saber las importancias y los pesos de los sucesos, uno es el actor, pero en el bullicio, en la seguidilla, en el centro del baile, parece imposible saber qué papel está interpretando uno, es como ser el propio director, uno se ve después, después cuando ya se cerró el capítulo, tarde, inútilmente tarde, por conocerse poco, al fin las constantes y lo poco o mucho que uno pueda conocerse funciona como una linterna para ver entre la bruma, suponiendo que en algún momento se salga a alguna superficie, afuera de uno, tal vez en la muerte. Y se vea de lejos la propia totalidad.