Thursday, August 17, 2006




O por tener fé en lo que viste, volvés a mirar. Reflejos de realidad, espejos de movimiento. Yace muerto y no quiere levantarse desde el momento.
Te salva tu cara tu pequeño gesto el pelo del viento el fugaz encuentro, se salva lo todo por el momento, intermitente de un parpadeo. Por ahora un solo segundo libra al tiempo de la desventura de lo que realmente importa en una impoluta nomenclatura de curvas y contra rectas.
Así es que por ahora me saco el reloj y lo tiro en la mochila, me agarro el pelo, dejo de comer queso y de tomar cerveza. Me gusta la Corona, podría tomarme 30. Pensar en cerveza Corona me inyecta de adrenalina. No sé si la aguja está en los recuerdos despojados, o si está adentro, en donde excelente es tocar el cielo con la lengua.
Me gustaría seguir bebiendo Corona en el refugio de una habitación ajena pero familiar para los sentidos.
Los murmullos de este bar café se van transformando en voces corpóreas y van escalando niveles escalones continuamente. Prefiero siempre aprender a fumar pipa, vestirme un poco con marrón y ropa usada, los tubos de luz fluorescente, el café viejo, la taza rica industria argentina, las paredes de korlock madera o azulejos blancos, estufas que consumen el oxígeno y huelen a viejo macizo, a radio AM un domingo encapotado de invierno.
A la casa de mi abuela paterna, lo mismo que los ravioles comprados en casa de pastas y la salsa de tomate y el queso de la misma casa de pastas de la vuelta. Y las facturas raras de la panadería de la otra vuelta amasadas por el panadero que mezcla granas de colores y de azúcar con chocolates y masas hojaldradas.
Cualquier alcohol en su justa medida es anti pelotudeces, me despoja de las susceptibilidades banales e inevitablemente pedorras. Un pedo una flor un culo un helado de menta. Roma pito duro en el suelo o la teta de mi mamá me mima. Cagarse encima. Tibia. Ladillas en los labios y mi perro vomitando, mon amour I love you so. Parece que viene todo en el mismo paquete. Combo Mac in cross action. Que no te crezca la cara de ojete.
Y uvas de la parra en verano, hay que subirse a una escalera o al techo del auto porque la parra es el techo del garage. Me gusta la luz de tubo fluorescente en un lugar viejo, las estufas esas, las pipas, el bullicio... hay otro silencio también en estos bares, momentos largos de puro silencio, alguna que otra persona que entra y se sienta, otro que lee, otro que piensa, un poco boheme o post catástrofe crisis económica seudo segunda guerra mundial. Argentina siglo verde todavía tiene esos rincones, lo mismo que las galerías, la calle La Rioja o Barracas, Pompeya, y Boedo. La gente que fue de joven , es de vieja, en el mismo lugar y el hijo del dueño anda por ahí limpiando o atendiendo, y hay radio y fútbol, boxeo en el Luna o en Caseros. Hay mercado de antigüedades en vivo, tiradores y pullover a cuadros o escocés beige. Barbas y anteojos redondos. Llovizna finita sobre paraguas injustificables. Destino desmarcado en un campo de césped verde blando, con bamboleo incalculable, esclavo de las repeticiones que lo identifican, de las constantes que lo hacen ser.

Saturday, August 12, 2006

Ateme, siénteme, cable mordaza, venas de plástico alambradas. Sea una electrocución garantizada. Le damos este rompenueces para que sepa mejor a quién le rompe la cabeza con más contenido de hierro y fósforo. Así es que cuando rompa, mire con detenimiento adentro, y si encuentra algo útil, tráigalo al subsuelo, porque hay que analizar todo.
A veces pensaba que las burbujas que salían de las chimeneas del fondo eran producto de mezclas de ácidos, experimentos con todo lo que rompía cada tarde, sin saber para qué, cumpliendo su trabajo.
Otras veces soñaba con las burbujas y salían de todos los tamaños y colores, en todas las direcciones y velocidades. Era el sueño del evaporamiento colectivo, una suerte de degradaciones insulsas absurdas. Deliraba solo con la cabeza apoyada en la almohada. Burbujas cactus le pinchaban las memorias de cada día. Su cubículo de cemento tenía aires inconexos que lo llevaban siempre lejos, su habitación pertenecía a otra planta bidimensional, con planos y alturas. –la incongruencia del cubo. Pensó, y al pensar prefirió seguir durmiendo, aunque soñara con sin sentidos, le entretenían las espinas y le supuraban las neuronas de otra cosa que le hacía falta, con más peso real del que podrían soportar sus brazos y su rompenueces.

Siempre podría romperlas porque nunca tendría una propia. Más que romper, habría que exprimir hasta asegurarse de que el contenido era vacío, las pantallas luminosas en el espacio y todo el cable canal para que quede prolijito, aunque no haya nada abajo, o esté lleno. Jugar o perecer sin respuestas.

Al-tón-pi-ru-le-ro


Es todo de mentiritas, todos juegos diferentes, no existe una realidad unificadora. Así cuando uno deja de jugar el juego todo el castillo de naipes se derrumba. A veces uno quiere pero no puede dejar de jugar algún juego. Pero no hay nada que exista por sí mismo, entonces pienso en todas las canciones, las novelas, las historietas, las películas, cada uno de los hechos de la vida cotidiana, dependen de que uno se someta al juego. De cada uno de los sentimientos y reacciones que se correspondan con ese juego, juegos de lenguaje y de actitudes, de respuestas. Los sentimientos son reales, existen, pero son también parte del juego, demuestran que estamos jugando a este juego y no al otro.

Si queremos vivir en otra época se puede, más adelante o más atrás, se puede viajar a Marte, formar una familia y hasta hacerse pis en la cama. Y todos son juegos, el grado de realidad que le doy no depende de la experiencia vivida en grados de realidad para los otros sino para mí. De cuánto me crea ese juego, nada más. Juego suena a mentira, a simulado, pero cuando los niños juegan se creen su juego, para eso se juega, para inventar algo que solo no pasa, por si solo no se ve ni aparece, hay que querer verlo, que aparezca, vivirlo, y se vive y aparece, como la magia. Es real si uno quiere que sea real, o sino, sabe que es un truco. Peter Pan quiso helado y helado tuvo, del vapor de las cacerolas vacías imaginó pollos y pollos aparecieron.
Pero lo fáctico es nebuloso en terrenos sensibles, una línea que se desdibuja todo el tiempo,
solo existe el deseo de jugar a ciertos juegos, de la galera salen conejos, como caminar en el aire, sin pensar que el aire va a ser tan malo como para permitir que aparezca la gravedad, entonces uno sigue caminando, supongo que es igual que Jesús caminando sobre el agua, con su fe ciega pero visionaria en que su padre no lo dejaría caer, así, pienso que en verdad no importa si ese padre existió alguna vez. En tal caso podría pensar que esto es demasiado omnipotente, pero no es cierto, porque para la mayoría de los juegos se necesitan otras personas. Todas las relaciones humanas son juegos. Jugamos a ser amigos? Jugamos a ser novios? Y cuando jugamos somos lo que dijimos que seríamos, y no es voluntario, los juegos se proponen pero dependen de la aceptación del otro, del convencimiento además, de querer jugar , y a qué.
Una persona puede haber tenido un compilado fabuloso de juegos extraños, sucesos, relaciones afectivas, odiosas, intrincadas, etc, o no, tal vez en toda una vida existan uno o dos juegos, pero es inevitable, no se puede vivir sin inventar algún juego, somos apóstoles de la creatividad, de inventar, imaginar, ver lo que no existe, resignificar el silencio para decir que es la voz de los fantasmas.

Friday, August 11, 2006

Tenía olor a caca en la boca, y babeaba toda mi habitación
Cada vez que tomaba agua, pero era normal
Que dejara mi cama con olor a linyera
Que meara mis muebles

Que comiera caca ajena para no desalinear su aroma
buco dental lingual
Que ensuciara todo mi espacio con su naturalidad primitiva
Por la gracia perfecta de los retardados o los descerebrados
Este ser sin conciencia estaba disculpado de todo
Porque no tenía culpa ni dolor
Solamente hambre continuo y focas en la lengua
Y pelos rizados en las orejas
Y rabo mutilado
Y mirada caída, deprimida o
Pensante, pensando ironías, mirando el horizonte
Inmovilizando mis pies mientras me quedaba dormida.

Cada vez que podía me recordaba
Que no sentía nada en particular por ser como era
Y nadie iba a esperar de él más de lo que era
Porque su naturaleza lo había premiado
Privilegiado y castigado
A no ser más ni deber nada a nadie
Este inquilino, compañero de habitación
Tomaba tanto como le daban sus patas y su larga lengua
de camaleón, con bola de moco en la punta,
Lengua imán
Invasora también la nariz siempre fría y mojada
Que depositaba como bolsa de papas
sobre las faldas y los antebrazos

Mientras la luna subía por la ventana
Este no doliente se la pasaba como un chancho en su chiquero
Inamaestrable impudoroso indomable
Era fácil sospechar que todo era un truco
En verdad todo lo hacía a propósito
El muy maldito quería abusarse de su condición de fiera
Para hacernos más piadosos y sabía
Que nunca le haríamos daño para evitar la culpa (nuestra)
Yo dejaría que ensuciara todo y dominara mis horarios
Que me hiciera salir a la calle tantas veces quisiera


Algo me hacía sospechar que conocía mis debilidades
Sextos sentidos tendría
Este cuadrúpedo y maloliente, que queríamos sin razón
sin razón ( a miento amianto) vivía él también
Babeante y malandra, sucio, desordenado
Y cuando te vayas, mi perro foca, sé que voy a extrañarte,
mientras tanto dejo que seas
el salvaje que convive conmigo, me contagia sus pestes,

el que a veces me aliena y humaniza.