Tuesday, December 19, 2006


¿Cuándo empezás a vivir?

¿Y qué esperás para hacer?

¿Qué pensás que sentís cuando llegás?

¿Y cómo te das cuenta de cualquier cosa?

¿Puedo empezar después, ahora, se nace así o es que hay que darse permiso?

Nosotros los que tenemos una libertad culposa y limitada en las venas genéticas, ¿tenemos que subir corriendo las escaleras mecánicas que bajan para poder pisar a la ansiedad o sentir que se está viviendo?

O es una carrera contra el final, cualquiera sea, la muerte X, la ansiedad siempre lista, predispuestos los ojos y el tacto para solamente sentir que se transita, como en un auto viejo, sentir el movimiento, en un bote o a pie, no en un crucero ni en un mercedes moderno. Porque sentir que las cosas y las situaciones se mueven, parece que es la clave para que el inexperto existente tenga la casi certeza de que está viviendo. La velocidad. Sin importar a dónde llegue, se está moviendo.

Y cuando llegás no pasa nada extraordinario, excepto que llegaste. Y tenés que seguir moviéndote para otro lado. Sino te quedás sin movimiento, y pican los talones y sudan las palmas, el tiempo que se escurre, el ocio regalado siempre demás.

Y de todas formas hay algo que intercepta el momento del transcurrir y de llegar, con una sensación interior. ¿Fue muy fácil o difícil, tendría que haber sido antes o después de lo que fue? Llegar es tan definitivo como pensar que se transita porque el sol sube, las estrellas giran o cualquier otra cosa.

Hay que estar en los momentos, y podría ser más fácil, siempre, pero uno se sigue comparando, imaginando, qué se siente estar en los zapatos más brillantes o desgarbados, mientras seguimos en los nuestros.

Con tu reloj de arena entre los pies ¿Qué es vivir ? Y eso debería hacerse, actuarse, como quien sigue una nueva religión o descubre su vocación.

Porque para mí vivir no es ni trabajar todos los días, ni estancarse en una idea, ni tener que levantarse o acostarse para hacer algo tan similar a lo de ayer. Vivir se sale de lo cotidiano, se vuelve extraordinario. En una idea sobre-exaltada y tal vez adolescente, creo que vivir es una serie de dinamismos, que para cada uno son diferentes ritmos. Pero es pisar el tiempo, y no tratar de alcanzarlo, para mí vivir es casi todo lo que no hago, todos esos permisos que me faltan, todas las excusas que sigo esperando para hacer otra cosa, y voy dando pequeños pasitos, juntando herramientas, construyendo castillitos. Yo no quiero ser alguien grande, ni importante en lo reconocible por las veredas, en las reverencias, más bien me gustaría poder aprender a moverme, como una anguila, o estos bichos tan elásticos, tan vitalmente atléticos, bailotear con cierta sabiduría del tiempo por entre un medio que me sea natural, hacer algo bien hasta el punto de permanecer sumergida e impregnada de ese ámbito. Según Ludovica soy chancho de agua, tal vez pueda nadar bien por algún lado, aunque sea chancho.

Noción de vivir como algo tan rápido, con tantos componentes, que es como una cinta acelerada de canciones e imágenes, pero todo sucede más lento, aunque los días me resulten cortos. Mi idea de vida debe ser muy parecida a los flashes que tiene una persona que muere y es impactada por su gran flashback y toma conciencia de su pasado absoluto en esa vida. Es un segundo contenido en x cantidad de años, como los sueños que suceden en un par de minutos de tiempo real y tiene duraciones muy variables en la memoria de cada uno cuando despierta.

La diferencia debe estar en el hecho de tomar conciencia de lo que uno está haciendo, aunque parezca que no se hace nada. Repito, me miro fijo en el espejo, hay una línea diagonal de misterio entre lo que hay adentro de mi cabeza y una maraña de venas que se infla y contrae abajo entre mi axila y mi cuello, y existen fuerzas ocultas entre el cerebro y el corazón. Inesperadas, latentes, porque laten debajo de las posibilidades de lo que cada uno puede quiere o espera ser…

Wednesday, November 22, 2006

Los
tragavómitos

Voy a necesitar una escalera que llegue lejos, a escudriñar la basura de los pelos. La bañera de un jubilado, los brillos de no tener qué carajo escribir porque no tenía el anotador cuando sí tenía y las líneas me brotaban como lanas de los dedos.
Y me decían algo así como que hay un río que corre por las veredas, abajo y arriba del cordón. Y ese mismo camino que todos pisan y respiran es agua en la que más o menos se mean y se vomitan, estornudan, y sobre todo pasan. Pasan las personas caminando por la vereda, río que nos divide y aglutina en un proceso que se come a sí mismo. Hay carriles invisibles, dimensiones paralelas que pueden atravesarse y sin embargo.... Quién se baja de la vereda para hablar con el cartonero des-acartonado; el maloliente, el anudado pelo canoso, ¿vale chistarle al bulto que duerme en la entrada del negocio de perfumes top? ¿Qué habría para decirle? Quién se detiene a mirar a alguien, quién se detiene, ¿quién se tiene? La paranoia nos tiene.
Por ignorarlos, es como temer al abismo. De todas formas el miedo está siempre, aunque uno salga a caminar sólo con lo puesto, porque se percibe la fuerza hormiguero, pujando muda desde abajo. Trabajadores silenciosos, humildes, sumisos. Y nada es gratis, ¿Cuál será el precio? Este ya es un precio por algo anterior. Precios de precios, como purgatorios hacia ninguna esfera suprema.
La gente que está en la calle parece poseer las veredas, sin embargo las masitas circundantes que creen sostener el sistema siguen su caminito a casa derechito sin patinarse con lo usado desperdiciado. Mientras tanto, se preguntan tal vez sin saberlo, cuándo estallará tanta quietud obediente de los que revuelven lo que los que pasan por al lado no quieren, y los espera la nada, pero se aferran a las bolsas de residuos en un intento absurdo por no perder la dignidad del trabajo. Sería tan fácil liquidar el resentimiento a los tiros, o con armas de boicot: a la estabilidad, al orden de los desperdicios, al consumo. Si se pusieran de acuerdo, si supieran. O tal vez vayan notando lentamente el poder que los congrega, y exijan algo más que nada. ¿Habrá que hacerlo por ellos?
Además existe el deseo de que desaparezcan para lavar culpas de falsa modestia, que extrañamente es consecuencia de algún vínculo de empatía, por pertenecer a la misma historia desde orillas encontradas. Su insurrección terminaría con la culpa fingida de la clase media que no encuentra méritos para no estar en donde están ellos, que en poco tiempo no tendrán columna y andarán como bichos sin vértebras secándose en el asfalto. ¿Habrá que hacerlo por ellos? ¿De qué serviría tal limosna?
Nadie movería un pelo por un extranjero que invade la quinta. El cáncer revienta por sí mismo, los tacos lustrados pisotean deshechos que hacen a la otra parte, los sacan a sus puertas y acomodan para regalo con patética condescendencia las sobras que constituyen el supermercado revuelto para acumular lo que chorrea desde el consumo. Y salen los que hasta ayer estaban adentro, tal vez sin entender, sospechando algún cambio, acurrucados con una esperanza en secreto, o acostumbrados y silenciados para siempre.

Thursday, October 12, 2006

Antes de la siesta o
ignorando al lector espectador


Y desear en el desorden es tararear incoherencias en un impulso por dejarse llevar, para no premeditar nada. Si pudiera si pudiera, escupir el gargajo. Hay que darle cuerda a la manija, poner la mente en blanco respecto de todo lo demás, y hasta que deje de interesar, porque el que no quiere jugar suele tener las mejores manos. Supongo que no se da cuenta, porque no le interesa.
En qué voz voy a relatar? No sé si escribo para mí pero quisiera exprimir, no sé si hay frutas o verduras.
Silencio y los ruidos de la calle, olor a pancho, asado de albañiles. Verano aproach, qué solero te ve andar en chancletas por la vereda, con el perro de rulos, las aceitunas en la copa triangulito y las bikinis con tajos nuevos.
Qué corrector te corrige si mirás de costado si tenés el pelo ondulado, y hay pajitas en tu espejo, ojotas de carey. Miradas de ayer, ayer hacía más frío, viento detrás de la ventana sin cortina sin reja sin vidrio. Agua medusa del árbol que te protege entre caricias de cielo y amargo tiempo envuelto en canto de alondras repentinas enredadas en tu pelo. Yelmo de yema encuentra en su cuna un cardúmen de súmen para convertirse en ave. Pronto será tirano el tiempo de maniquerear para marear al ojo y enrular el sin sentido que se propaga como una colmena de maníes triolé con cerveza vaivén.
El cantante suicidado, la actriz prostituída, el pintor drogado y loco, los empleados bobos y cansados, las nubes flojas, los cantos lejos, los cantos fuertes, los cálidos y los fríos, tus ojos tus ojos, otros ojos. Qué es mejor. Si te escribo tengo que hacer un esfuerzo para no idealizarte. Podría hablar mientras me saco las pantuflas, de tu recoveco violeta en donde se juntan los párpados, del esmeralda hipnotizante, de cómo veo mejor los otros azules y verdes y marrones desde que miré mejor tus colores.
Hay demasiados colores, hay muchos que no percibo. Y no, uno no quiere hablar nunca de las partes buenas porque teme que se rompa el hechizo, así es que se guarda el entusiasmo y espera cultivarlo cuanto le sea posible para que crezca como un suflé, el entusiasmo mutuo. Que es como tener ganas de volar en los sueños, generalmente uno tiene tantas ganas que termina por comenzar a flotar. Como tener muchas ganas de cualquier cosa, por lo general uno lo consigue. El asunto es que no se tienen muy frecuentemente muchas ganas de algo, menos de alguien.
Momentos para dejarse llevar, tirarse al mar y patalear o hacer la planchita hasta que el mar tenga ganas, hasta que pase algo que interrumpa, no importa cuándo, ni importa. Los largos buenos momentos suelen sumirse en un instante para el recuerdo y los cortos buenos instantes no son por eso más cortos en el recuerdo, porque de alguna manera el cerebro sintetiza el sentimiento, que nada tiene que ver con el tiempo y las duraciones lineales. Somos cósmicos, tenemos poco que ver con las líneas y un poco más con los círculos...
Será que las palabras son demasiado exactas y uno creía que lo que tenía en la mente era mucho más poderoso, o será que esas palabras no existen?
Será que quiero enamorarme o es que no hago ningún esfuerzo para no forzar ninguna acción. Será no será, es ahogarse en wonderings, misteriosos inabarcables.
Por qué costará tanto saber lo que le está pasando a uno, en el momento que está pasando. Por qué será tan difícil saber las importancias y los pesos de los sucesos, uno es el actor, pero en el bullicio, en la seguidilla, en el centro del baile, parece imposible saber qué papel está interpretando uno, es como ser el propio director, uno se ve después, después cuando ya se cerró el capítulo, tarde, inútilmente tarde, por conocerse poco, al fin las constantes y lo poco o mucho que uno pueda conocerse funciona como una linterna para ver entre la bruma, suponiendo que en algún momento se salga a alguna superficie, afuera de uno, tal vez en la muerte. Y se vea de lejos la propia totalidad.

Tuesday, September 19, 2006

¿Quién te dio corpiño en esta vidriera?


La gente que mira con asco, y uno va a meterse en la boca del lobo pidiéndoles disculpas por hacerlos trabajar.
Y necesito un videt de inodoro urgente, prefiero vivir desnuda.
Parece que los negocios de ropa más fashion demandan la simpatía del vendedor. Así es que quienes llevan las prendas supuestamente mejor confeccionadas, que salen en las fotos con modelos caraculientos, transmiten esa misma onda que intimida. Se me ocurre pensar que esa ropa con los vendedores con la misma onda que lo que venden, componen un juego patético de lo que significa estar on top in, de la ideología que implica ir vestido de tal o cual manera ( me parece una incoherencia decir que algo no la tiene, a la ideología, no a la manera) , de usar los ganchitos y los botones de la temporada, los colores o acaso ese tímido rasgado producido lookeado descuidado.
La onda palermitana no se queda atrás, símil talón rajado de algunas estrellitas de Mtv, es increíble ver cómo todavía subsiste la onda Ruth, aquella relajada bonita de pelo rosa.
En fin, comprar ropa en estos días se me torna una odisea, uno explica que están haciendo pantalones para chicas con colas aplanadas y ningún vendedor parece comprender. Me gustaría saber de dónde sale el prototipo en el que se basan. Sospecho que de cuerpos teens, que todavía no comenzaron la irreversible carrera de la buena vida, el alcohol y otros desórdenes, que hacen crecer los depósitos de grasas en todos los seres humanos que no gustan de hacer la actividad física necesaria, así es como se agrandan los culos, los flotadores y a las muchachitas bien dotadas, las tetas.
La gente debe andar incómoda por la vida pensando que es un derecho de piso. Sino habría alguna revelación masiva e irían todos con joggins o pantalones ecuatorianos que siempre son lo más cómodo y lo que mejor queda. A mi improvisado parecer. La incomodidad se percibe como el olor del pelo sucio.

Por qué en los lugares más caros te tratan peor, más frívolamente? te tienen que tratar porque no les queda otra, porque a veces ni eso, cómo es que la gente sigue yendo a donde Nadie necesita comprador ? Será que están acostumbrados a ser maltratados en otros ámbitos de su vida, e intentan transformarse comprando para ponerse y resulta que van a los lugares más caros donde peor los tratan, y buscan a los amantes mas bellos pero con mala saña, y tienen jefes con látigos y padres con púas en las manos? quién sabe.
Por otra parte estos vendedores son nazis de lo que no son, como Hitler que era judío. Quiero decir que no es gente súper cool la que despóticamente te pone el cartel con luces y cuando entrás te cobra una animalada y te echa del negocio.
Tal vez deba ser uno el que tenga que dejar el pantalón colgado y poner cara de orto, salir del probador sin dar explicaciones y mandarse a mudar ante el menor trato anti cliente. Sólo que a veces son tan caretas que te tiran la patada cuando te vas sin comprar, lo cual es aún más gratificante, porque de comprar tampoco ponen cara de emoción, revolean la virome y te hacen firmar (en caso de comprar con tarjeta) como si fueras un exiliado de Cuba que llega a Miami, soretes on board.
Tal vez pueda llegar al mostrador y de ver al vendedor detrás de la caja con esa cara que denota asco y repulsión hacia el cliente ( porque está comprando y no trabajando, o sea envidia de retardado, como si uno comprara ropa por mero gusto), decía, en una de esas pueda dejarle la prenda que tenía en la mano para comprar, dejarla como a un muerto N/N y cagarme en todo con mi mejor cara de superioridad.
La moda masoquista existe, para verla no hay más que entrar en cualquier negocio top para sentir cómo te meten el puño en el ojete sin forro ni plasticola ni vaselina. - pasa en todos lados, ya sé, ya sé.
Pero particularmente un negocio de ropa no representa artículos de primera necesidad, como ser un supermercado donde uno dejaría pasar malos tratos, o un colectivo, porque hay cierta urgencia. Cuando uno va comprar algo que sabe que no necesita desesperadamente, si bien es un trámite necesario, y simulan que uno está molestando, pregunta pero niegan, y después te lo dicen en la cara... cuánta molestia resentida, es como un robo a un mínimo depósito de confianza que es soplado al viento como si nada. A esos negocios les prendería fuego con todos los vendedores y los clientes que se sienten satisfechos, bajo un régimen que no votaron, que no pretenden votar, sin sospechar que toda esa parafernalia existe porque ellos siguen usando sus disfraces.
O sí lo piensan, después de todo las hamburguesas de Mc donalds se siguen vendiendo, y siguen votando como si fuese una tradición. Votan, eligen sin hacerlo, en piloto automático, una cosa menos de qué preocuparse, masticar pasto tragarlo y volverlo a masticar. Será que asimilaron al capitalismo como si fuera una suerte de comunismo en donde son esclavos? O sea compran lo que les parece que hay que comprar y comen y visten y hacen la mayoría de las cosas de la misma forma. Digo esclavo porque el precio que pagan por tener lo mismo que todos es un tanto salvaje, porque es capitalismo modernoso desbandado de tercer mundo. No sé si es que les falta imaginación o es que dan todo por supuesto, tomando cierta distancia, de paso, y viven en algún lugar paralelo, porque no tienen conexión intensa con nada en particular. Cuáles son las pasiones?. Creo que si sigo con este hilvaneo de incertidumbres concluiría que sí se puede saber algo más que superficialidades mediante los aspectos y comportamientos grales, por los hábitos de consumo. Y no digo nada nuevo, el consumo nos define, nuestra basura también, porque cada cosa que uno consume tiene implícitas algunas definiciones y otros conceptos, ninguno profundo ni complejo, básicamente debe ser cuestión de dividir y etiquetar por colores. Y es coherente que esta idea sea igual de salvaje que el método que la contiene.
Y no hay abolición de la moda, no hay algo de lo que uno pueda rehuir, si bien hay ciertas estéticas que todavía no fueron encasilladas del todo, pero es que todo podría ser sólo estético, lo que tomás, lo que comés lo que te ponés a dónde vas, lo que leés o estudiás. Prototipos hasta para el bicho más raro, y con la etiqueta te perdés lo único que importa, que es la diferencia. El rincón de autenticidad que te guardás en la axila más transpirada para no asustar. No asustarte tampoco, porque en ese lugar que escondés no sos de ningún lugar. Lo mismo de siempre finalmente, miedo a ser. Miedo a la libertad. Viva Fromm.

Friday, September 15, 2006

All you need is rice
Y curiosamente no resulta angustiante, porque al menos los hechos y sus mecanismos guardan un lugar rincón para pensar que hay links porque existe un sistema, una posible filosofía detrás y piolines con muñecos.
Tal vez puedo comprender esta pequeña porción de ejemplo de correlatividades que se devela en lo sustancioso de los pequeños trayectos. Si uno está atento, escucha las chispas, mira las espuelas y huele la pólvora. Susurra los murmullos, se despliegan los secretos. Resistir sacando pechos, o poniendo-se. Baños al sol.
Paradójicamente la realidad me permite hacer una analogía con mis mundos pasados que resulta coherente con ideas viejas; terminar es solamente otro comienzo. Es levantarse y que sea una vez más todo desconocido, como pasar de niveles en un jueguito, los comandos son los mismos pero los trucos son invisibles otra vez, y comienza la tarea de descubrir y equivocarse hasta ponerse canchero. Para no saber nada de nuevo.
Es vertiginoso pero nunca se termina, así es que resulta como caminar sobre una cuerda y saber que caerse no es particularmente nada finito, porque todo el resto sigue, y uno sigue en otro lado, adentro o fuera de la vida.
Así es que deja de importar, desaparece la ansiedad porque deja de existir una cinta de llegada a algún lugar. Desaparece el trayecto lineal para convertirse en una especie de red, circuito. Pin-ball. Ding dong ping chung, - a dónde llegué? Qué importa, trabajo trabajo, keep going. No hay premio. En vez de fin final terminar o acabar, simplemente existe un cierto placer en hacer, cumplir cualquier tipo de tarea. Se repite esto en la universidad, en cada bendito día que uno se levanta, no hay un para qué preciso, muchas veces, mayoritariamente, pero es como pegar derecha la etiqueta con tu nombre en el cuaderno, subrayar los títulos con colores, tomar apuntes o cruzar la calle de determinada forma dedicada. Prestar atención, o simplemente estar en este momento, que las lombrices voladoras no te hagan girar la nariz, comer arroz con palitos también es una terapia.

Thursday, August 17, 2006




O por tener fé en lo que viste, volvés a mirar. Reflejos de realidad, espejos de movimiento. Yace muerto y no quiere levantarse desde el momento.
Te salva tu cara tu pequeño gesto el pelo del viento el fugaz encuentro, se salva lo todo por el momento, intermitente de un parpadeo. Por ahora un solo segundo libra al tiempo de la desventura de lo que realmente importa en una impoluta nomenclatura de curvas y contra rectas.
Así es que por ahora me saco el reloj y lo tiro en la mochila, me agarro el pelo, dejo de comer queso y de tomar cerveza. Me gusta la Corona, podría tomarme 30. Pensar en cerveza Corona me inyecta de adrenalina. No sé si la aguja está en los recuerdos despojados, o si está adentro, en donde excelente es tocar el cielo con la lengua.
Me gustaría seguir bebiendo Corona en el refugio de una habitación ajena pero familiar para los sentidos.
Los murmullos de este bar café se van transformando en voces corpóreas y van escalando niveles escalones continuamente. Prefiero siempre aprender a fumar pipa, vestirme un poco con marrón y ropa usada, los tubos de luz fluorescente, el café viejo, la taza rica industria argentina, las paredes de korlock madera o azulejos blancos, estufas que consumen el oxígeno y huelen a viejo macizo, a radio AM un domingo encapotado de invierno.
A la casa de mi abuela paterna, lo mismo que los ravioles comprados en casa de pastas y la salsa de tomate y el queso de la misma casa de pastas de la vuelta. Y las facturas raras de la panadería de la otra vuelta amasadas por el panadero que mezcla granas de colores y de azúcar con chocolates y masas hojaldradas.
Cualquier alcohol en su justa medida es anti pelotudeces, me despoja de las susceptibilidades banales e inevitablemente pedorras. Un pedo una flor un culo un helado de menta. Roma pito duro en el suelo o la teta de mi mamá me mima. Cagarse encima. Tibia. Ladillas en los labios y mi perro vomitando, mon amour I love you so. Parece que viene todo en el mismo paquete. Combo Mac in cross action. Que no te crezca la cara de ojete.
Y uvas de la parra en verano, hay que subirse a una escalera o al techo del auto porque la parra es el techo del garage. Me gusta la luz de tubo fluorescente en un lugar viejo, las estufas esas, las pipas, el bullicio... hay otro silencio también en estos bares, momentos largos de puro silencio, alguna que otra persona que entra y se sienta, otro que lee, otro que piensa, un poco boheme o post catástrofe crisis económica seudo segunda guerra mundial. Argentina siglo verde todavía tiene esos rincones, lo mismo que las galerías, la calle La Rioja o Barracas, Pompeya, y Boedo. La gente que fue de joven , es de vieja, en el mismo lugar y el hijo del dueño anda por ahí limpiando o atendiendo, y hay radio y fútbol, boxeo en el Luna o en Caseros. Hay mercado de antigüedades en vivo, tiradores y pullover a cuadros o escocés beige. Barbas y anteojos redondos. Llovizna finita sobre paraguas injustificables. Destino desmarcado en un campo de césped verde blando, con bamboleo incalculable, esclavo de las repeticiones que lo identifican, de las constantes que lo hacen ser.

Saturday, August 12, 2006

Ateme, siénteme, cable mordaza, venas de plástico alambradas. Sea una electrocución garantizada. Le damos este rompenueces para que sepa mejor a quién le rompe la cabeza con más contenido de hierro y fósforo. Así es que cuando rompa, mire con detenimiento adentro, y si encuentra algo útil, tráigalo al subsuelo, porque hay que analizar todo.
A veces pensaba que las burbujas que salían de las chimeneas del fondo eran producto de mezclas de ácidos, experimentos con todo lo que rompía cada tarde, sin saber para qué, cumpliendo su trabajo.
Otras veces soñaba con las burbujas y salían de todos los tamaños y colores, en todas las direcciones y velocidades. Era el sueño del evaporamiento colectivo, una suerte de degradaciones insulsas absurdas. Deliraba solo con la cabeza apoyada en la almohada. Burbujas cactus le pinchaban las memorias de cada día. Su cubículo de cemento tenía aires inconexos que lo llevaban siempre lejos, su habitación pertenecía a otra planta bidimensional, con planos y alturas. –la incongruencia del cubo. Pensó, y al pensar prefirió seguir durmiendo, aunque soñara con sin sentidos, le entretenían las espinas y le supuraban las neuronas de otra cosa que le hacía falta, con más peso real del que podrían soportar sus brazos y su rompenueces.

Siempre podría romperlas porque nunca tendría una propia. Más que romper, habría que exprimir hasta asegurarse de que el contenido era vacío, las pantallas luminosas en el espacio y todo el cable canal para que quede prolijito, aunque no haya nada abajo, o esté lleno. Jugar o perecer sin respuestas.

Al-tón-pi-ru-le-ro


Es todo de mentiritas, todos juegos diferentes, no existe una realidad unificadora. Así cuando uno deja de jugar el juego todo el castillo de naipes se derrumba. A veces uno quiere pero no puede dejar de jugar algún juego. Pero no hay nada que exista por sí mismo, entonces pienso en todas las canciones, las novelas, las historietas, las películas, cada uno de los hechos de la vida cotidiana, dependen de que uno se someta al juego. De cada uno de los sentimientos y reacciones que se correspondan con ese juego, juegos de lenguaje y de actitudes, de respuestas. Los sentimientos son reales, existen, pero son también parte del juego, demuestran que estamos jugando a este juego y no al otro.

Si queremos vivir en otra época se puede, más adelante o más atrás, se puede viajar a Marte, formar una familia y hasta hacerse pis en la cama. Y todos son juegos, el grado de realidad que le doy no depende de la experiencia vivida en grados de realidad para los otros sino para mí. De cuánto me crea ese juego, nada más. Juego suena a mentira, a simulado, pero cuando los niños juegan se creen su juego, para eso se juega, para inventar algo que solo no pasa, por si solo no se ve ni aparece, hay que querer verlo, que aparezca, vivirlo, y se vive y aparece, como la magia. Es real si uno quiere que sea real, o sino, sabe que es un truco. Peter Pan quiso helado y helado tuvo, del vapor de las cacerolas vacías imaginó pollos y pollos aparecieron.
Pero lo fáctico es nebuloso en terrenos sensibles, una línea que se desdibuja todo el tiempo,
solo existe el deseo de jugar a ciertos juegos, de la galera salen conejos, como caminar en el aire, sin pensar que el aire va a ser tan malo como para permitir que aparezca la gravedad, entonces uno sigue caminando, supongo que es igual que Jesús caminando sobre el agua, con su fe ciega pero visionaria en que su padre no lo dejaría caer, así, pienso que en verdad no importa si ese padre existió alguna vez. En tal caso podría pensar que esto es demasiado omnipotente, pero no es cierto, porque para la mayoría de los juegos se necesitan otras personas. Todas las relaciones humanas son juegos. Jugamos a ser amigos? Jugamos a ser novios? Y cuando jugamos somos lo que dijimos que seríamos, y no es voluntario, los juegos se proponen pero dependen de la aceptación del otro, del convencimiento además, de querer jugar , y a qué.
Una persona puede haber tenido un compilado fabuloso de juegos extraños, sucesos, relaciones afectivas, odiosas, intrincadas, etc, o no, tal vez en toda una vida existan uno o dos juegos, pero es inevitable, no se puede vivir sin inventar algún juego, somos apóstoles de la creatividad, de inventar, imaginar, ver lo que no existe, resignificar el silencio para decir que es la voz de los fantasmas.

Friday, August 11, 2006

Tenía olor a caca en la boca, y babeaba toda mi habitación
Cada vez que tomaba agua, pero era normal
Que dejara mi cama con olor a linyera
Que meara mis muebles

Que comiera caca ajena para no desalinear su aroma
buco dental lingual
Que ensuciara todo mi espacio con su naturalidad primitiva
Por la gracia perfecta de los retardados o los descerebrados
Este ser sin conciencia estaba disculpado de todo
Porque no tenía culpa ni dolor
Solamente hambre continuo y focas en la lengua
Y pelos rizados en las orejas
Y rabo mutilado
Y mirada caída, deprimida o
Pensante, pensando ironías, mirando el horizonte
Inmovilizando mis pies mientras me quedaba dormida.

Cada vez que podía me recordaba
Que no sentía nada en particular por ser como era
Y nadie iba a esperar de él más de lo que era
Porque su naturaleza lo había premiado
Privilegiado y castigado
A no ser más ni deber nada a nadie
Este inquilino, compañero de habitación
Tomaba tanto como le daban sus patas y su larga lengua
de camaleón, con bola de moco en la punta,
Lengua imán
Invasora también la nariz siempre fría y mojada
Que depositaba como bolsa de papas
sobre las faldas y los antebrazos

Mientras la luna subía por la ventana
Este no doliente se la pasaba como un chancho en su chiquero
Inamaestrable impudoroso indomable
Era fácil sospechar que todo era un truco
En verdad todo lo hacía a propósito
El muy maldito quería abusarse de su condición de fiera
Para hacernos más piadosos y sabía
Que nunca le haríamos daño para evitar la culpa (nuestra)
Yo dejaría que ensuciara todo y dominara mis horarios
Que me hiciera salir a la calle tantas veces quisiera


Algo me hacía sospechar que conocía mis debilidades
Sextos sentidos tendría
Este cuadrúpedo y maloliente, que queríamos sin razón
sin razón ( a miento amianto) vivía él también
Babeante y malandra, sucio, desordenado
Y cuando te vayas, mi perro foca, sé que voy a extrañarte,
mientras tanto dejo que seas
el salvaje que convive conmigo, me contagia sus pestes,

el que a veces me aliena y humaniza.