Friday, January 05, 2007

Mientras suena adiós nonino, hola noni-no,
adiós sueño,
adiós pesadillas...


Si los finales y los comienzos no interesan, solamente queda el centro, el medio, en las memorias aplastadas por los soles de las mañanas incandescentes de los soles imponentes del desierto inmemorioso, de las salamidades que claman por un poder superior que las ordene y estigmatice, que las domine y las consagre al infinito de su poder individual de las excentricidades atemporales, de los modales del permiso y del atropello.
Queda la calma después de la compañía ingenerable, del veneno de la intolerancia, del desprecio por lo diferente, del desinterés por la comprensión o por el miserable hecho de ser humanos.
Queda la abulia después del trabajo funesto, de la estúpida inconsciencia, de la huída incierta hacia la desmaterialización que cada uno quisiese poseer, don de desaparecer.
Yo tampoco soporto los colores opuestos, porque a mí siempre va a gustarme el desorden de esta cloaca del sur, el olor a carbón, somos sin origen, torpes, brutos, ignorantes de nuestra cualquiera proveniencia, del destino, esponjas universales, agusanadas en el criterio, endemoniadamente creativas tantas veces para nada, desde el aburrimiento que envidio, igual que la alegría y la dicha desmedida por estar con otros, por compartir cualquier momento con cualquiera, como si se estuviese más lejos de algo no deseado.
Y yo, qué soledad absurda, laberinto reiterativo, constantes amordazadas desde la nada del desconocimiento personal. Y todos deberíamos curarnos en conjunto, cursicherías… Que alguien entienda lo que uno piensa, o que diga lo que uno no sabe, pero espera que le digan, que se lo digan todo el tiempo ante cada suceso, como un complementario ideal, utópico, fantástico. Y tal vez otros días el plano de la realidad sea un poco más accesible, el mapa de las posibilidades concretas de estadista de probabilidades.
Hoy, que es un día anticapitalista, porque está todo cerrado, porque solamente se pueden mirar vidrieras cerradas y visitar las calles vacías con descanso, se me ocurre que extraño un poco algo que seguramente no recuerdo, porque no quiero más al humor desbordado o explotado de algo contenido, ni cara torcida. A veces, como ahora, pienso que me gustaría que todos fuesen más como yo. Otros días en cambio pienso exactamente lo opuesto.

Pero siempre es en pos de buscar lo real, como ese dulce de leche y las verduras de las tartas caseras.