Saturday, August 12, 2006

Ateme, siénteme, cable mordaza, venas de plástico alambradas. Sea una electrocución garantizada. Le damos este rompenueces para que sepa mejor a quién le rompe la cabeza con más contenido de hierro y fósforo. Así es que cuando rompa, mire con detenimiento adentro, y si encuentra algo útil, tráigalo al subsuelo, porque hay que analizar todo.
A veces pensaba que las burbujas que salían de las chimeneas del fondo eran producto de mezclas de ácidos, experimentos con todo lo que rompía cada tarde, sin saber para qué, cumpliendo su trabajo.
Otras veces soñaba con las burbujas y salían de todos los tamaños y colores, en todas las direcciones y velocidades. Era el sueño del evaporamiento colectivo, una suerte de degradaciones insulsas absurdas. Deliraba solo con la cabeza apoyada en la almohada. Burbujas cactus le pinchaban las memorias de cada día. Su cubículo de cemento tenía aires inconexos que lo llevaban siempre lejos, su habitación pertenecía a otra planta bidimensional, con planos y alturas. –la incongruencia del cubo. Pensó, y al pensar prefirió seguir durmiendo, aunque soñara con sin sentidos, le entretenían las espinas y le supuraban las neuronas de otra cosa que le hacía falta, con más peso real del que podrían soportar sus brazos y su rompenueces.

Siempre podría romperlas porque nunca tendría una propia. Más que romper, habría que exprimir hasta asegurarse de que el contenido era vacío, las pantallas luminosas en el espacio y todo el cable canal para que quede prolijito, aunque no haya nada abajo, o esté lleno. Jugar o perecer sin respuestas.

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